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 La población de leones marinos y las acciones de protección a la especie.

Al caminar por el malecón de la isla San Cristóbal, en el Archipiélago de Galápagos, es imposible no encontrarse de cerca con un lobo marino. Se los observa en las rocas de origen volcánico, en la arena e incluso en las bancas de madera instaladas en el sector. Toda la zona, conocida también como ‘la lobería’, alberga a la colonia más grande de estos animales en todas las islas. Así lo dio a conocer a la comunidad de San Cristóbal Diego Páez, docente e investigador del Galápagos Science Center de la Universidad San Francisco.



Jorge Torres, guardaparques de la DPNG, también participó en la expedición. Su experiencia en el manejo e identificación de lobos marinos fue crucial para completar el censo de especies. Los datos obtenidos fueron comparados con el registro efectuado en el 2001 por la Fundación Charles Darwin. Tanto Torres como Páez describen a los lobos como ‘centinelas del ecosistema’. Esto ya que cualquier daño en su hábitat natural será reflejado con un cambio de comportamiento alimenticio en los animales.


Pero, ¿cómo incide este fenómeno oceanográfico en las dos especies? Páez contó que los lobos de Galápagos se adaptaron a un ‘oasis marino’, donde converguen diferentes corrientes oceanográficas que traen consigo mucho alimento. Sin embargo, ese mismo ‘oasis’ es una suerte de cárcel para las especies, y al registrarse fenómenos como El Niño, hay menos alimento y las poblaciones se afectan. “No pueden salir del archipiélago, porque morirían enseguida. Y al haber menos comida en el mar, los ejemplares jóvenes perecen”. Según un registro de lobos marinos efectuado en 1978, se contabilizaron alrededor de 40 000 ejemplares. En la actualidad, la cifra bordea los 16 000.





Los dueños de mascotas en las Galápagos pueden ayudar a disminuir el riesgo de enfermedades siguiendo las normas del Parque Nacional de las Galápagos y de las autoridades municipales de las islas, que no permiten la importación de mascotas al archipiélago, su reproducción en el archipiélago ni su movimiento entre islas”, le dijo Brock a mongabay.com. “También pueden minimizar la interacción entre sus mascotas y la fauna, que en el caso de los perros y los leones marinos se puede hacer paseando al perro con correa cuando se esté cerca de una playa de leones marinos”.

Otro problema relacionado con los sistemas inmunológicos de los leones marinos es el vertido de aguas residuales en la bahía de San Cristóbal. Esto puede estar aumentando la exposición de estos animales a gérmenes y bacteria humana.








“Los patrones que describimos se ven en cachorros y jóvenes desde el nacimiento hasta los dos años”, dice Brock. “El efecto fue mayor durante los tres primeros meses de vida, y este grupo puede haber sido el más afectado ya que este es el periodo de desarrollo durante el cual ciertas partes del sistema inmunológico se están desarrollando y madurando y son más sensibles a las influencias del medio”.

Para abordar estas amenazas a las que se enfrentan los leones marinos de las Galápagos, con ayuda de colaboradores, el ZSL llevará acabo una mayor investigación sobre los métodos detrás de estos patrones descritos, como el papel de la genética en estos problemas. Para aquellas personas que quieren ayudar, Brock sugiere que, “la gente que no viva en Galápagos puede ayudar involucrándose, y donando, al Parque Nacional de Galápagos o a una de las organizaciones que apoyan su trabajo, como el Fondo de Conservación de Gálapagos o La Fundación Charles Darwin”.


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